Nada como sentirse orgulloso de la propia ciudad y más si es una con encanto y acento propios. Algo así debieron pensar los creadores de la Granaína Tierra Soñada, observado su ciudad, sus calles, su gente y sus dichos populares, los más salerosos y gamberros pero también los más verdaderos. Con estos ingredientes les salió una tipo chula y propia que algunas ciudades nunca podrán tener. Sana envidia que dá pertenecer a un sitio con tanto encanto....Repensar lo cercano y construir algo tan bello parece algo obvio, pero hace falta buen ojo e ingenio para sacarle partido. Francamente simple y genial, de lo pintoresco a lo moderno en un suspiro.
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